Como no pude escuchar y ver la cadena radial y televisiva del pasado lunes, a la mañana siguiente sintonicé muy temprano el noticiero de Radio Corporación a las 6 de la mañana, para escuchar qué había dicho Ortega el día anterior. La radio reportó únicamente la clase de historia que él repite siempre, y que no había dicho nada en relación a la expectativa de un año electoral.

No bastando lo anterior, busqué La Prensa que titulaba “Ortega indiferente a las reformas electorales”, y en subtítulo “Ortega repetitivo”. Como me costaba imaginarme que se limitara únicamente a repetir su interpretación histórica, busqué el discurso. Además de los acostumbrados ataques contra los Estados Unidos y países desarrollados por el tema de las vacunas, encontré mucha historia, pero nada, absolutamente nada sobre la situación nacional, menos sobre la crisis política y aún menos sobre las reformas electorales. Como si viviese en la Guerra Fría, lo cual es de presumir porque dos días después se anunció que el gobierno había recibido un lote de vacunas de Rusia.

El cercano mes de mayo, es fecha de referencia establecida por OEA para “que se establezcan compromisos concretos de reforma electoral, en particular la modernización y reestructuración del Consejo Supremo Electoral, antes de que el Estado convoque elecciones generales, o a más tardar en mayo de 2021”, como dice la resolución sobre Nicaragua. Dado el control que Ortega tiene de todos los poderes del Estado, puede manejar esos tiempos a su gusto, únicamente teniendo en cuenta que mayo es fecha de referencia. Al tenor de lo anterior, y que entonces se establezcan compromisos, es que se debe interpretar la realización de reformas electorales que Bayardo Arce, Asesor de Ortega, confirmó. Para entonces, la fecha debería funcionar como límite y no solamente como referencia, porque al menos debería salir una indicación de invitar a la misión de observación de OEA y Unión Europea (UE), para que puedan organizarse.

Otro punto, de relativa complejidad para la oposición, es que la resolución de OEA señala algunos puntos abiertos, sujetos a interpretación y negociación, y otros específicos, inequívocos. Ejemplo de punto abierto, es la referencia a “la modernización y reestructuración del Consejo Supremo Electoral para garantizar que funcione de forma totalmente independiente, transparente y responsable”. La concreción de ese punto -cuántos y qué magistrados, de qué partidos políticos, o si son independientes, etc- es sujeto de negociación directa o indirecta y, hasta ahora, Ortega se ha negado a reconocer a la verdadera oposición. En cambio, otro inciso es inequívoco, señalando “una observación electoral internacional independiente, fidedigna y acreditada”, como sería la de OEA y UE.

En la medida que Ortega retrase cualquier señal sobre la naturaleza de las próximas elecciones, en la misma medida la crisis económica, de por sí a la expectativa en un año electoral, aguardará en términos de consumo e inversión privada. El alivio temporal que Ortega recibió, por la pandemia y los huracanes, que comentamos la semana anterior, se traducirá en inversión pública -si acaso, por la desconfianza que se tradujo en mayores requisitos institucionales para los desembolsos- pero hay que recordar que en una economía fundamentalmente privada como en Nicaragua, el nivel de actividad es determinado por el consumo y la inversión privada.

Pero mientras Ortega aparenta ignorar la realidad, la Comisión de Buena Voluntad (CBV), con apoyo de Hagamos Democracia, ha avanzado en la unidad opositora consiguiendo que todos, absolutamente todos los precandidatos, hayan firmado un compromiso para respaldar al candidato único. Simulación de ignorar la realidad, por Ortega, esperanza, por otro.