Si en Nicaragua no se hubiese presentado el estallido social de abril de 2018, el anuncio de que Arturo Cruz tiene aspiraciones presidenciales se hubiese recibido de otra de otra manera, de eso no tengo dudas. Arturo Cruz es uno de los intelectuales más importantes de nuestro país y en lo personal puedo decir que le respeto y presto atención, pero eso no me inhibe de cuestionarlo como ciudadano ante su pretensión.

A mí no me preocupa que haya sido embajador de Daniel Ortega en Washington entre 2007 y 2009, asumamos la buena fe, un voto de confianza que yo mismo también le di a Ortega en 2007 en una entrevista que concedí a Leonor Álvarez cuando trabajaba para El Nuevo Diario en ese año, de hecho yo al régimen le di más que un voto de confianza, en ese mismo momento por la relación académica de Antenor Rosales con la Facultad de Derecho de la UCA, tuve la oportunidad de hacer pasantías en el Banco Central de Nicaragua y mi tesis de licenciatura incluye una propuesta de implementación de la Ley de Acceso a la Información en dicha institución y por cierto, Bonifacio Miranda fue mi supervisor entonces. Al menos yo no siento tener autoridad moral para cuestionar la colaboración de Cruz como embajador.

Pero el tema del canal interoceánico nos confronta claramente, antes que se diera cualquier marcha sobre el tema y atendiendo una invitación de Mónica López fui a la ciudad de Granada para una reunión de estudio. En esa oportunidad, mi análisis de contexto me hizo concluir que este tema era una vulgar mentira y lo externé. Si yo, con menos instrucción, experiencia, conocimiento de la clase política y sobre todo de los números que representa Nicaragua, llegué a esa conclusión me pregunto ¿Por qué Arturo Cruz no concluyó lo mismo? En su momento aludió mucho al contexto internacional, aunque obviando una declaración lapidaria de José Luis Quijano, administrador del Canal de Panamá, quien declaró ante el Congreso de ese país que el canal de Nicaragua no representaba una amenaza.

Mi siguiente pregunta para Arturo Cruz está asociada al “aterrizaje suave”. Parto del supuesto de que Ortega no es que no quiera salir del poder, es que no puede, al momento de salir del poder, la demanda de justicia será incontenible, dicho eso ¿qué garantías de justicia ofrece Arturo Cruz a las víctimas de la represión del régimen? El dilema que enfrenta el Dr. Cruz es que si no ofrece garantías de justicia, no contará con un respaldo popular y si ofrece garantías de justicia, Ortega no lo dejará llegar al poder.

En realidad la pregunta no se limita a Arturo Cruz, sino que la hago extensiva a los demás aspirantes, a los que aspiran de verdad, no a aquellos que solo posicionan su nombre para negociar finalmente su diputación o diputaciones. La garantía de justicia no puede reducirse a retomar una propuesta documental hecha por algún experto en derechos humanos, sino en sumar a ese proyecto a alguien que no le tema a Ortega, alguien que cuente con credibilidad e integridad, esa puede ser la mejor garantía de justicia que puede ofrecerse al pueblo de Nicaragua.

La propuesta de “aterrizaje suave” me recuerda el papel  del primer ministro del Reino Unido Neville Chamberlain, quien al percatarse del poderío militar alemán consideró buscar acuerdos de paz con Hitler, postura que le ganó la censura en el Parlamento. Todos queremos que la represión termine, no más presos políticos, el respeto a la libertad de prensa y dejar en el pasado la dictadura Ortega-Murillo, pero pensar o implementar un acuerdo que nos permita la alternancia política y retomar la democracia sin garantizar el derecho de acceso a la justicia de las víctimas, es desconocer que los derechos humanos son parte integral de la democracia, y que como tal, la contención del acceso a la justicia volverá inestable el proyecto político.

Soy un convencido de que hay que ir a elecciones y en una sola voz de unidad, debemos convertir a las elecciones de noviembre próximo en la protesta nacional más grande que el régimen haya visto. El régimen debe desmotivar la elección, crear condiciones que propicien el abstencionismo, es la única forma que tiene de continuar en el poder. La elección es nuestra y no debemos dejárnosla arrebatar, pero la gente no solo quiere votar, quiere votar por un proyecto político que conecte con sus necesidades, así que si el as bajo la manga de CxL es Arturo Cruz, entonces no solo están obstaculizando la unidad, sino que no están conectando con el electorado y el pragmatismo político jugaría en su contra.

Quiero que se olviden por un instante de todos los aspirantes presidenciales y compartirles mi sueño de una candidatura perfecta. Alguien que no le tiene miedo a Daniel Ortega; alguien que de anunciar su aspiración presidencial le produciría un infarto a Daniel y la Chayo juntos; la primer persona que le dijo violador a Daniel Ortega con todas sus letras; alguien que ha defendido presos políticos desde hace más de 50 años; alguien que no solo sería absoluta garantía de justicia en Nicaragua, sino que también movilizaría al país entero para que estas elecciones no sean un juego de beisbol de mentira.

Uriel Pineda

*Maestro en Derechos Humanos.