El pulso de la Semana. Edición No. 559, 12 de septiembre de 2020

Las semejanzas y diferencias entre Nicaragua y Venezuela son muchas, y también muchas las lecciones que en la oposición a Ortega podemos aprender. ¿Acaso no lo hacen los gobernantes de los dos países que nos oprimen? Lo mismo debemos hacer nosotros. Veamos rápidamente una semejanza entre las dos dictaduras y la importancia de la unidad de la oposición.

La oposición unificada aplastó electoralmente a Maduro en las elecciones parlamentarias a finales de 2015. Entonces Maduro despojó de sus facultades a la Asamblea Nacional, ilegalmente convocó a una Constituyente y se reeligió sin oposición en 2018. La Asamblea Nacional, dónde estaba atrincherada la oposición, declaró en base a la propia Constitución chavista que Maduro era un usurpador, y el Presidente de esa Asamblea, Juan Guaidó fue proclamado Presidente en funciones. Maduro tuvo que enfrentar el hecho que aproximadamente 60 países democráticos del mundo reconocieran a Guaidó y que su representante fuese acreditado como Embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Recientemente, Maduro arrebató la personería jurídica a los principales partidos de oposición que unidos lo habían derrotado hace casi 5 años.

Ortega, en cambio, lo había hecho antes cuando en 2008 despojó de su personería jurídica a la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), liderada por Eduardo Montealegre, y al Movimiento Renovador Sandinista (MRS). En las elecciones municipales de ese año, la oposición se unificó y derrotamos a Ortega a lo largo y ancho de Nicaragua, incluso en alcaldías que él siempre había ganado como León, Managua y Masaya. Igual nos unificamos en las elecciones presidenciales y de diputados en 2011, y hubo tal nivel de violencia e irregularidades en esas elecciones, que la observación internacional de la OEA y la Unión Europea (UE) no pudo certificar sus resultados. Entonces, el candidato a Presidente era Fabio Gadea Mantilla por el Partido Liberal Independiente (PLI) y yo, como dirigente del MRS, como candidato a Vicepresidente. Y los diputados de ambos partidos integraron la misma bancada, excepto Fabio y yo que no asumimos la diputación que nos correspondía, en protesta por el fraude. Ensoberbecido Ortega, por la complacencia nacional e internacional, despojó al PLI, ahora CxL, de su personería jurídica, canceló las diputaciones del PLI y del MRS, y excluyó a la oposición en las elecciones de 2016.

Ahora Venezuela enfrentará elecciones parlamentarias el próximo mes de diciembre y la oposición se ha dividido. Un sector, el reconocido internacionalmente, ha decidido no participar por ausencia de condiciones. Pero Capriles, quien fuese candidato a Presidente por la oposición unificada hace siete años, ha decidido lo contrario. Los Estados Unidos han desconocido las próximas elecciones, pero Capriles ha señalado que Europa, que ha sido invitada a enviar una misión de observación electoral, tiene una oportunidad protagónica para impulsar la democracia. Es decir, no solamente se ha dividido la oposición a Maduro, sino que se podría dividir la comunidad internacional.

En Nicaragua tendremos elecciones el próximo año, y debemos vernos en el espejo de Venezuela. He relatado la experiencia de lucha contra Ortega, porque cuando nos unimos liberales, renovadores e independientes contra la dictadura de Ortega, reconociendo que el problema era entre democracia y dictadura, lo pusimos en dificultades y abonamos con esa lucha paciente al estallido de la crisis. Cuando la dictadura masacró a manifestantes pacíficos y violó de manera generalizada los derechos humanos, terminó la complacencia nacional e internacional, y todos los sectores y la comunidad internacional se unieron contra Ortega.

La unidad de la oposición, que en lo fundamental depende de la convergencia de Alianza Cívica (ACJD) y Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), es crucial para que se mantenga la unidad de la comunidad internacional. En estas Fiestas Patrias, recordemos que la unidad de las irreconciliables Granada y León, fue decisiva para que se uniera Centroamérica y derrotáramos a Walker.

(Se autoriza y agradece su reproducción y circulación)

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